El conejo escabechado se puede comer frío o caliente, como plato principal, con una guarnición de verduras u hortalizas, o en ensalada, como entrante. Se trata de un plato tradicional, de la cocina de nuestras abuelas, que se puede conservar durante semanas en la nevera gracias a la cocción a fuego lento, ahora llamada "caramelizado", y a ingredientes que actúan como conservantes naturales. Cuando más se reposa, más sabroso resulta este plato.
Ingredientes:
Un conejo mediano, limpio y troceado.
Una cabeza de ajos sin pelar, dos hojas de laurel, una rama de romero, tomillo, perejil y sal gorda y pimienta en grano.
Aceite de oliva.
Un vaso de vinagre
Un chorrito de vino blanco seco.
Elaboración:
Colocar el conejo troceado en una cazuela. Puede ser de aluminio, con el fondo reforzado, o de barro, a elección.
Añadir sal al gusto, una docena de granos de pimienta entera, y un ramillete formado por perejil, romero y tomillo.
Cubrir con aceite de oliva crudo, lo necesario para que quede cubierto. Añadir el vinagre y un chorrito de vino blanco.
Cocer a fuego muy, muy lento, hasta que esté blando y la carne se separe del hueso.
Conservar en la nevera, tapado. Servir según se precise.
Truco: El conejo escabechado puede sacarnos de muchos apuros si hay que improvisar una comida rápida. Por ejemplo, deshuesado y demenuzado sobre una cama de lechugas variadas, y aliñado con su propio jugo, resulta un plato rápido, lligero y delicioso, propio de la más de las sofisticadas mesas.