Todas las madres tienen algunas recetas que entusiasman y que se recuerdan para evocar la casa familiar. Esta es una de ellas. El caldero, o caldereta, o rancho de coliflor y costilla de cerdo es uno de esos platos contundentes, que se pueden cocinar y comer hasta los albores de la primavera, mientras ese fruto del huerto, familiar cercano de los repollos y los brócolis, sigue en su mejor momento. La madre de esta receta se llama Josefina, exponente de una generación que ha sabido trasladarnos los sabores y valores nutricionales de lo que la naturaleza proporcionaba en cada época del año. Una plato sólido, fácil y económico.
Ingredientes (para unas cuatro personas):
Medio kilo de costilla de cerdo carnosa, troceada
Una coliflor pequeña, muy blanca y compacta
Una patata mediana
Arroz (una tacita o un puñado)
Una cebolla pequeña
Un puerro
Un tomate o una cucharada de tomate concentrado
Un ajo
Aceite de oliva
Sal y pimienta blanca al gusto
Una hoja de laurel
Azafrán
Cuatro huevos
Cómo se hace:
Calentar el aceite de oliva en una cacerola. Sofreir la costilla de cerdo, que preferiblemente habrá sido condimentada la víspera con sal y pimienta. Retirar en un plato.
En el mismo aceite, sofreir la cebolla, el puerro y el ajo picados, y añadir el tomate crudo o concentrado. A continuación, añadir la costilla y agua o caldo de carne (si se desea un sabor más intenso) y dejar cocer unos diez minutos.
Añadirla colifror cortada en arbolitos, y la patata cortada a "bocados", es decir, con la última parte del corte "rota", con el objeto de que el almidón que de allí salga contribuya a espesar el resultado final. Dejar cocer unos minutos, tras incorporar el laurel y el azafrán.
Añadir el arroz y dejar cocer otros quince minutos. Añadir más agua o caldo caliente si espesa demasiado. Cuando sólo quede un minuto, añadir los cuatro huevos sobre el resultado, y dejar reposar hasta el momento de sacar el plato a la mesa.
Se puede tomar como plato único, acompañado por una ensalada.
Truco:
La caldereta o rancho se puede hacer con todo tipo de carnes, incluso con productos variados como conejo, pollo, costilla o cordero. También puede resultar un plato interesante si se le añade en la cocción caracoles bien limpios y espurgados. Se trata de uno de esos platos típicos de la cocina tradicional, donde la "olla" se llenaba con los productos de los que en cada momento se disponía, o bien con caza y frutos de la tierra.